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El meteorito

José Antonio Borrego Suárez


Hoy me llevé una sorpresa. Una vieja hora me ha asaltado cuando paseaba, como un meteorito expulsado de las nebulosas del tiempo, el mío, claro está.


Una hora que no sé bien dónde ubicar, aunque tengo la certeza de que pertenece a mi galaxia. Puede que solo se trate de pura especulación y nada de todo esto sea concluyente.


Estos objetos que viajan desde el pasado, cuando nos alcanzan casi siempre son una amenaza. Traen el ronroneo de la molestia y en los casos más graves incluso son capaces de aplastarte. Casos se han dado en que se constituyeron en verdaderos cataclismos.


Es evidente que no soy un dinosaurio, al menos no tengo su tamaño, tampoco creo necesario que sea imprescindible recurrir a  perturbaciones de tipo cósmico para que un servidor se extinga, estoy seguro que para esos menesteres yo solito me basto y me sobro.


Pero el fenómeno, que me agarró de improviso, me ha sorprendido o mejor para ser más exacto, me ha pillado en un momento bajo y, si les soy sincero, empieza a inquietarme. 


Descartada la física, centro todos los análisis en los recuerdos, y sé por experiencia que estos pueden llegar a ser muy cabrones.


Como vengo diciendo, lo único cierto es, que la hora vieja se acerca como una roca incandescente y que ha entrado en la atmósfera,  espero que solo quede en pura estela y con el roce se deshaga... En fin, que no me choque, malditos recuerdos.


Quiero estar prevenido, poder evitar todos los daños posibles y que estos, los colaterales, no se amplíen en caso de colisión y que no alcancen a ningún inocente.  


Con respecto al cielo tengo que decir, que siempre me fue ajeno. No soy de los que se embelesan con las puestas de sol, ni me gusta mirar como las nubes forman muñecos en el cielo. Eso se lo dejo a los pájaros y a los poetas, que por otra parte son de los seres que menos aprecio de la creación, y por el mismo motivo, unos porque lo cagan todo y los otros porque también lo hacen, unos cagan mierda y los otros chorradas.


Debo ser más comedido en mis manifestaciones, lo sé, pero los fenómenos que no puedo controlar me suelen poner de un humor de perro,... mi señora dice que me saca toda la mala leche que llevo dentro, que no es poca,... en esto puede que tenga razón, solo quiero añadir que a ella le pasa lo mismo,...afinidades, como dice aquel dicho: Dios los cría y…


Este cometa por su tamaño debe ser el Halley de los recuerdos. El tamaño no lo mido por su estela, más bien lo hago por su persistencia, por los paseos que lleva circulando por mi cabeza. Y me veo obligado a utilizar todo el arsenal que poseo y el más sofisticado para desactivar la posible colisión.


Aquí es cuando aparecen los dinosaurios, bueno más bien los lagartos, porque, por más que intente ponerme épico, a la humanidad que me rodea no consigo verla de ese tamaño, y con el Yucatán ocurre otro tanto de lo mismo, ya me gustaría a mi vivir en esos parajes tan idílicos y no en esta jaula adosada de esta barriada.


El aerolito se ha aproximado tanto que me temo que este me ha succionado y soy parte de él. Que cómo es posible, pues ni idea y además habíamos quedado que en la física no buscaríamos explicaciones, un servidor no contempla esa posibilidad, por razones obvias y prácticas,... Un servidor no tiene ni idea de física, así que esta puerta queda definitivamente sellada. Centrándonos en el tema  estoy convencido que el peñasco me alcanzó y ahora soy parte de él, un trozo más de su materia. 

Cuando choque con el suelo, la onda expansiva es probable que se lo lleve todo por delante, o cuando menos que provoque alteraciones en el medio bastante apreciables.


Ignoro si tales artefactos portan gases venenosos, de lo que estoy seguro, es que urticantes si debe portar … Lo digo por los gestos que observó en los demás cuando se relacionan conmigo, y especialmente por mi señora, quien afirma que últimamente doy asco (literalmente). Yo solo le contestó con la siguiente frase que le pone de rabia “igual digo“. Esperemos acontecimientos.

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