Ir al contenido principal

Que lo hagan los galápagos

 José Antonio Borrego Suarez


Hace días que andan bailando unas nubes en el horizonte. Los mismos que llevamos acampados en la orilla del arroyo. Por aquí las lluvias son raras, pero muy violentas, ... Espero que regrese antes que empiecen los aguaceros.

Si ocurre, tendremos que desmontar el campamento y trasladarlo fuera de la crecida. Con la trabajadera que esto supone.

Tenía que estar aquí, ayer, pero ni señal...y me estoy poniendo muy nervioso. Si lo atraparon, nada que objetar - si le pegaron un tiro,... menos aún, pero si se trata de una de sus tretas, ... el tiro se lo pego yo -.

Me estoy temiendo lo peor, y que se haya liado con una de sus putas o que esté enredado en una timba de poker, jugando con nuestra suerte. Es muy capaz...

Las nubes siguen bailando, son muchas más. Tenemos que desmontar. Cualquier momento es bueno para que se ponga a llover... He dado la orden. 

No vamos a acampar de nuevo. Silverio, que está de guardia, ha dado la voz de alarma. A lo lejos, una cabalgadura levanta polvo; he mandado a los muchachos que estén listos, que preparen las armas por si fuera necesario.

Parece que se trata de un solo jinete. Es probable que se trate del perro, que mande con el mensaje.

Efectivamente es él, lo tengo delante mía. El muy cerdo desde que desmonta se me pone a engatusar: primero saca de las alforjas unas botellas y las entrega a los muchachos, luego un puñado de billetes, que también les entrega, ... pobre diablo lo mismo piensa que puede comprar el perdón.

¿Por qué lo elegí? Porque es el más rápido cuando quiere, ¡carajo! Cinco días , le di , bien clarito se lo dije, hasta con la mano se lo dije, - cinco dedos tengo, cinco días tienes, ten cuidado y no te líes ...dos para llegar, uno para descansar y que te den contestación, y otros dos de regreso- , ocho me echo.

Me aproximo, ... cuando me ve el muy cerdo, se echa a sudar, yo, con mesura y con educación, como corresponde a un jefe que se precie, le preguntó

- ¿Entregó usted el mensaje ?-

- Como usted ordenó , – balbucea un poquito

- ¿Y qué respuesta me trae ? Sigo siendo amable, esto le da confianza , debe creer que lo peor ya ha pasado, pobre diablo.

-Los guardias preparan una gran batida-, - y tienen soldados de refuerzo - . responde.

Tenemos que partir... deben encontrarse bastante cerca, nos han comido tres días, por culpa del perro,... y pueden ser fatales.

Silverio me pregunta - ¿ qué hago con el cuerpo jefe ?- le digo - mira Silverio, no tenemos tiempo de andar de sepultureros, échenlo al arroyo, que lo hagan los galápagos - .


Relato publicado en el blog de la revista Los Papeles del Caracol:

https://papelesdelcaracol.blogspot.com/2022/06/que-lo-hagan-los-galapagos.html

Comentarios

Entradas populares de este blog

LAS FUGAS DE ERNESTO

José Antonio Borrego Suárez Lo único que lamenta Ernesto es no poder esquivar al bicho que le muerde las piernas. Está sentado junto a la chimenea y se masajea los muslos, ajeno a la retahíla de reproches que sus hijas le propinan por la última fuga . Lo hacen todos los días, porque todos los días se escapa. Nadie sabe cómo lo logra… él sospecha que sus hijas tienen mucho que ver. Lo echan de menos sobre la hora del almuerzo, aunque saben que su padre se marchó hace tiempo, al principio de la mañana, es ahora cuando su ausencia se hace presente. Como si fuese un pacto tácito y se concedieran un espacio de tiempo, una tregua, establecida, para que esa tolerancia que establecen no termine en juego. Si Ernesto no aparece a la hora del almuerzo, las hermanas comen y discuten. Se acusan de la débil vigilancia que ejercen sobre papá. Se culpan mutuamente de que Ernesto consiga escapar todos los días, pero aunque no lo dicen, las dos también saben que colaboran en dicha fuga, mirando para otr...

LA LLUVIA DE LA CALLE SOLITARIA

José Antonio Borrego Suárez Siempre hay alguien caminando por una calle solitaria bajo la lluvia. Nosotros lo sabemos. Lo sabemos porque escuchamos sus zapatos en los charcos, porque oímos su cansancio, y nos duele los pies. Es una calle de la noche, porque el intruso la camina  a esas horas, envuelto en su gabardina.  Porque es cuando la lluvia es inhóspita y gélida.  Es una calle de la ciudad del invierno. De qué otra ciudad podría ser. De esa ciudad donde todos se pierden, de la ciudad donde nos perdemos todos alguna vez. Esa calle es tan larga que los pasos resuenan toda la noche, y tan fría que se siente como las mejillas se hielan. Esta calle pasa justo por delante de nuestra puerta.

Gaza

José Antonio Borrego Suárez Ríos de sangre anegan los olivos. acidez y dolor es su fruto. En un parto de muerte, su aceite. En los montones de escombros no amanece. Las trituradas risas de los niños no suenan. Y los huesos se pudren en el olvido. Y bajo las bombas una palabra. Exterminio, bien grande, ¡EXTERMINIO! Y las eternas preguntas: ¿Hay lágrimas capaz de llorar este dolor? ¿Hay castigo que pueda justificar esta venganza? ¿Reflexión que pueda admitirlo? Y esa pregunta que es la más cruel y que nos implica a todos: ¿Y la humanidad donde queda?