Miguel Ángel Rodríguez Luque.
La Leyenda (Primera Parte). (Publicada en la revista de Castilleja del Campo, Sevilla, El Pueblo, junio 2004)
Cuando recibí el encargo de escribir sobre la Trini en este periódico, como colaboración cultural, no lo dudé un momento. Desde que tengo uso de razón, todo lo relacionado con Trinidad Carretero va ligado a mí, y el interés por ella me persigue de forma obsesiva, de forma que con el paso de los años esta curiosidad innata a mis genes no ha hecho más que incrementarse. Más de una vez me he preguntado el porqué de esta atracción: no tengo lazos familiares con ella, no la conocí (ya me hubiera gustado), ni existe una afinidad, al menos que yo sepa, entre su biografía y la mía. Sólo encuentro uno: vivo desde 1962 en la casa que fue su casa en la Cruz.
Desde que era un niño he escuchado en mi casa hablar de ella con un aire de lejanía, solemnidad y leyenda, que me ha hecho pensar en ella como una mujer distante, ubicada en unas coordenadas temporales ajenas a lo terreno, a lo cotidiano, a lo palpable y conocido. El hecho de vivir en la casa que habitó, en la Cruz del Plato, ha contribuido, evidentemente, a incrementar el interés obsesivo por su figura, por su vida y su indudable personalidad. Recuerdo que cuando era muy niño teníamos un servicio en el fondo del patio al que había que llevar un cubo de agua cada vez que se hacía una necesidad. Mis padres siempre comentaban que lo había mandado instalar la Trini cuando vivía en la casa, y que fue de las primeras viviendas del pueblo con contar con un servicio de este tipo. La decoración de la casa y los motivos arquitectónicos de la misma y del patio siempre me resultaron fuera de lo común y denotaban que la persona que habitó la casa quiso imprimir a la misma un cierto aire de distinción, reflejo de un modo de vida que había tenido oportunidad de conocer en su juventud en su aventura fuera de Castilleja del Campo.
¿Quién era aquella mujer que todos conocían por la Trini?, personalmente o de oídas? ¿Por qué siempre escuchaba hablar de ella con ese halo de misterio, haciendo alusión a su belleza y elegancia, a su buena posición económica, a su pasado turbio y oscuro siempre marcado por la estricta moralidad de la época que le tocó vivir?.
Es preciso recordar aquí que las leyendas lo son porque no hay testimonios escritos que certifiquen lo que cuentan y divulgan. Según el diccionario, una leyenda es la relación de un suceso que tiene más de tradicional o maravilloso que de histórico o verdadero. En toda leyenda, cobra gran importancia la fantasía acumulada en la misma de generación en generación cuando es transmitida oralmente, y en la de Trini, el nivel creativo y fantasioso llega a alcanzar cotas tan elevadas que , en algunos casos, lo narrado nada tiene que ver con la realidad, con la verdadera vida de Trini. En otras palabras, la fantasía acaba desvirtuando la realidad.
Y es que, ¿En qué familia de Castilleja del Campo no se ha hablado alguna vez de esta mujer misteriosa, singular y personalísima? De padres a hijos, de abuelos a nietos, la leyenda dé la Trini se ha ido transmitiendo con diferente matices y puntos de vista, saliendo siempre a relucir cuando el canon de belleza antigua, las costumbres de nuestros abuelos o la valentía de la mujer que empezaba a despuntar reivindicando sus derechos, estaba sobre la mesa.
De todas las versiones que he escuchado de su leyenda en Castilleja del Campo, la versión ,más divulgada y escuchada por mí es aquella que cuenta como "estando la Trini guardando cochinos junto a la carretera de Sevilla y siendo muy niña, pasó un señor en automóvil, muy rico y mucho mayor que ella. Viendo la belleza de la niña se extrañó de las condiciones de pobreza de la chiquilla y se sintió llamado a socorrerla. Pidió permiso a sus padres para llevarla a Madrid y educarla como a una señorita. Así lo hizo llevándose con él a Trini y haciendo valer su fortuna para su educación".
Conforme me fui haciendo mayor, mi interés por ella me fue aportando abundantes datos sobre su biografía, que me ayudaron a tapar lagunas y corregir errores, aportándome nuevas luces, en especial sobre su época de juventud. Porque la leyenda de la Trini se crea precisamente sobre el período de su vida más desconocido: su infancia, y, sobre todo, su juventud, fuera de Castilleja. Su temprana marcha a Sevilla y más tarde a Madrid sobre 1908 debió dar pie a un sinfín de habladurías en el pueblo, con la creación de bulos nunca aclarados sobre los motivos de su repentina salida. ¿A dónde marchó, con quién se fue, por qué abandonó Castilleja, marchó ella sola?.
Esta es la leyenda de la Trini, la que corre de boca en boca y que todos conocemos en el pueblo. Muchos la conocieron en su etapa de madurez, cuando más frecuentaba Castilleja en los años 40 y 50, viviendo en su casa de la Cruz, Acompañada por su sobrina Adelita Arenas Carretero (recientemente fallecida en Carrión de los Céspedes), pasaba largas temporadas entre nosotros, recibiendo visitas en su casa, colaborando con los menesteres de la parroquia y cultivando amistades que la recuerdan como una mujer tremendamente educada, culta y refinada. Su pasado de juventud siempre fue un tema tabú: todos sabían o creían saber, y pocos hablaban. Y si alguna vez alguien osaba pasarse de la raya en comentarios o actitudes, ella supo parar los pies a quien lo intentaba de una forma correcta y tajante.
Cuando murió en Madrid en 1959, su coquetería femenina la llevó a mentir sobre su edad, manifestando ser seis años más joven de lo que realmente era. Su sobrina Adelita, su sobrino-nieto Pepe y posiblemente algunas amistades la acompañaron en el último viaje al funeral en la iglesia de San Marcos cercana a la Plaza de España. Su tumba en el cementerio de la Almudena de Madrid no lleva us nombre por ironías del destino, sino el de su hermana conchita, que anteriormente había sido enterrada en. la misma fosa cuando falleció en 1921. Es como si después de una intensa vida se burlara de la muerte en sus propias narices. LA leyenda de la Trini, su misterio y personalidad, le acompañaron hasta su muerte. La realidad de su vida, tan desconocida, no es leyenda, pero eso ya es otra historia... (continuará)
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