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¿ INEVITABLE ? Autor: Manolo Cabello.



¿ INEVITABLE ?
Autor: Manolo Cabello.

Desangelado.   Esa era la palabra.   Ese era mi estado de ánimo.  Porque mi vida había cambiado de un día para otro.   Y había cambiado para mal.  Antes, yo gozaba de la libertad propia de mi entorno, que no era mucha porque aún era joven.  Iba de un lado a otro sin muchas trabas.  Hacia todo aquello necesario para sobrevivir en un mundo lleno de dificultades, de carencias y de trampas.  Me procuraba de la mejor manera mi bienestar y el de los míos. Mi zona de aventuras, como mi madre me decía, era limitada por mor mi aún dependencia familiar.  Había aprendido todo lo necesario.   Mis progenitores se esforzaron por darme las comodidades que podían, con sus limitados recursos.   También me enseñaron todo lo que ellos en su día aprendieron.  No obstante yo ya sabía, por estas enseñanzas, que la vida es una sucesión de imprevistos, de azar, de oportunidades y también de infortunios.  Ponía siempre cuidado en mis actos y sus consecuencias, sabiendo de la inestabilidad de un destino mágico y del conjuro de las circunstancias menos propicias.   Saludaba con alegría y vitalidad cada día que salía el sol.  Por eso encontrarme ahora confinado en el estrecho espacio que limitaba mis movimientos se me hacía especialmente duro.   Trataba de interiorizar esa circunstancia, por otro lado siempre inevitable por sobrevenida.  Por ser de fuerza mayor.   Porque mi propia constitución natural y biológica así lo determinaba.   Afortunadamente no me faltaban alimentos para subsistir.   Y algo más llevadera se me hacía esa cárcel por las vistas que tenía al exterior desde la cual podía observar todo el paisaje urbano que me rodeaba.   Confieso que a veces me servía de distracción.  Trataba de no pensar en cómo ni cuándo  podría variar mi situación.  Vivía al día, sin pensar en el pasado ni en el futuro.  Solo la vida que me iba transcurriendo lenta e inexorable.   Tranquila y esperanzada.   Esperanzada en que mi situación cambiara alguna vez.   Yo lo veía posible.   Al fin y al cabo, poco tiempo llevaba encerrado.  Y me constaba que esa situación se había producido muchas veces y en distintos lugares.   Claro que todo parece lejano cuando no somos sufrientes de esas tristes circunstancias.   Aunque somos conscientes de que algún día nos pueda suceder a nosotros nos consolamos con la distancia del espacio, del tiempo y mantenemos viva la llama de la invulnerabilidad.  Pensaba que siempre les sucedía a los otros: los más pobres, los menos preparados, los más desafortunados, los más lejanos, los de otra raza u otro color, los más débiles.  Nada más iluso.  No sabíamos aceptar la fragilidad de nuestra existencia ni de nuestro lugar en la naturaleza.   Ahora lo sabía.   Yo también había caído.   También me había afectado esa pandemia humana que asola a nuestra especie.   Desde el principio de los tiempos.   Al fin y al cabo, yo soy un pájaro cantor.   Y estoy en una jaula.

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