Ignacio Escañuela Romana
Todas las personas buscan el reconocimiento, de su realidad y su dignidad. De hecho, esa realidad y dignidad deben surgir en ese proceso mutuo. Y es la totalidad de las acciones que tomamos para lograr el reconocimiento lo que forma el motor de la historia. Esto es Hegel.
El hombre político busca, pues, el poder como forma de reconocimiento. Mandar sobre los demás y que estos sean sujetos dotados de pensamiento propio. Es decir, lograr la autoridad como poder legítimo porque así lo piensan las personas sobre las que se manda. Algo similar al poder carismático en Max Weber. Usar la fuerza para lograr ese poder es ya un fracaso, el mismo que el amo cuando somete al esclavo pero entonces ya el reconocimiento de este no le sirve, no es un igual. Esto es también Hegel.
La política es el uso de la palabra, el debate, para lograr que se apruebe lo que yo defiendo. Pero, a la vez, escuchar al otro como un igual, un sujeto. La violencia elimina a la palabra, elimina a la política. Esto no es Hegel, es Arendt.
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