José Antonio Borrego Suárez
A la memoria de Ignacio Garrido Diaz.
Y si dejara de soñarte, ¿Dónde estarías?
Lewis Carroll
Ha muerto un amigo
resignémonos a esta tristeza
que el develo de la nada nos trajo.
Un rumor lejano empieza a ser,
tu presencia, una ausencia
que la sombra impuso, con la injusticia
de la ceniza, que ahora empieza a ablandar
la memoria.
Ya casi en las afueras… del recuerdo,
los esplendores de la amistad, se desmoronan,
porque al lugar donde quedas, ahí no te alcanzo.
Los ojos se abruman en esa niebla,
en esa nada, que te tiene, donde nadie al irte
te sigue, ese camino que es solo el tuyo.
Aun me esfuerzo por retenerte
pero la voluntad no basta.
Aciagos los versos de la despedida,
inútiles los gritos, la rabia y el lamento,
el tiempo nos apartó.
Cuanta crueldad, en esto que digo,
en esta angustia que los días alivia,
-ya no somos amigos, lo fuimos-.
El silencio empuja con su viento
la voz que nos dejaste prendida.
Y el miedo a que no me escuches
se impone… porque pienso
qué es lo ocurre, y no puedo evitarlo.
Solo puedo buscarte
donde aún te encuentro… en la infancia,
y esto, solo es humo de recuerdo.
En aquel tórrido verano de las cabras,
cuando en el sesteo nos bañamos en la charca del arroyo.
Faltaba tanto, para escribir
este maldito poema.
Comentarios
Publicar un comentario
Todos los comentarios son bienvenidos. Hay un derecho de revisión y moderación de los comentarios, pero intentamos preservar la libertad de expresión al máximo posible.