José Antonio Borrego Suárez
Habla: de aquellos días grises,
de sus años de plomo
y de su ciudad muerta.
Cuenta: del castigo, del miedo,
de los piojos, del hambre,
de los domingos de rezo.
Dice: que se siente un extranjero,
un apátrida de este tiempo,
y qué clandestino quedó enredado
en ahogados murmullos.
que es un reloj roto
que mira como escapa
la arena,
o un pobre jilguero
que no canta.
Y que el alma la tiene resquebrajada
por el miedo,
por un frío que le ha quemado
el paladar
de tanto callar, de solo susurrar.
También: que un lobo
se lo comió,
De una dentellada grande
dejando otro muerto vivo
en esas calles perdidas
de la infamia.
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