FALLECIMIENTO DE NICOLÁS GUILLÉN.
POETA COMUNISTA CUBANO.
“No me dan pena los burgueses
vencidos. Y cuando pienso que van a darme pena,
aprieto bien los dientes y cierro bien los ojos.
Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas.
Pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes.
Pienso en mis largos días sin camisa ni sueños.
Pienso en mis largos días con mi piel prohibida.
Pienso en mis largos días. (…)”.
vencidos. Y cuando pienso que van a darme pena,
aprieto bien los dientes y cierro bien los ojos.
Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas.
Pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes.
Pienso en mis largos días sin camisa ni sueños.
Pienso en mis largos días con mi piel prohibida.
Pienso en mis largos días. (…)”.
(Nicolás Guillén. “Burgueses”, de “La rueda dentada”, en “Obra poética 1920-1972”. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1972).
El 16 de julio de 1989, y a los 87 años, fallecería en La Habana, capital de Cuba, el poeta, periodista y comunista cubano NICOLÁS GUILLÉN BATISTA. Nacido en Camagüey el 10 de julio de 1902, e hijo de padres mulatos.
En 1937 viajaría a España con la intención de participar en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, que se celebraría en Valencia, Madrid, Barcelona, además de en París, le llevaría a conocer a poetas españoles como Miguel Hernández, Antonio Machado, Rafael Alberti, Pablo Neruda, César Vallejo, Manuel Altolaguirre, donde escribiría su extenso “España. Poema de cuatro angustias y una esperanza”; que, además, le llevaría, seguidamente, a ingresar en el Partido Comunista de Cuba, en aquel momento ilegal, donde militaría toda su vida.
Reconocido como el poeta nacional de Cuba, sería conceptuado como el máximo representante de la poesía afrocubana -o como a él le gustaba decir: “mulata”- de la lengua castellana y que además se caracterizaría siempre por una profunda inmersión en la realidad y el contexto de su país, lo que se conocería como “cubanidad”, y lo que haría que pasara a convertirse en una de la principales figuras de la poesía de la América Latina contemporánea.
Siendo imprescindible no olvidar como su obra literaria castigaría, con intensidad, tanto la discriminación, la arbitrariedad y la explotación sobre los pobres por parte de los grandes explotadores de la Tierra como la segregación, la discriminación y los prejuicios raciales.
En una obra poética que sería una respuesta a lo que él manifestaría como una respuesta “al proceso social cubano, de un país compuesto de esclavos africanos y amos españoles”, para lo que conjugaría el “nosotros” en vez del “yo” y afirmar la necesidad del mestizaje, la solidaridad y la unión entre todos los miembros del pueblo cubano, para extenderse, también, a todos los pueblos del mundo:
“(…) Atiendan, amigos, mi son, que empieza así:
“(…) Adivinanza
de la esperanza;
lo mío es tuyo,
lo tuyo es mío;
toda la sangre
formando un río. (…)”.
(Nicolás Guillén. “Son número 6”, de “El son entero”, perteneciente a su “Obra poética 1920-1972”. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1972).
Siendo sus últimas actividades realizadas lejos de su Cuba querida estaría visitando, en 1985, en Perú y Argentina, para volver con una salud ciertamente muy deteriorada a La Habana, donde viviría casi recluido, aquejado de arteriosclerosis y de la enfermedad de Parkinson. Para en la segunda quincena del mes de junio de 1989, cuando sería ingresado en el Centro de Investigaciones Médico-Quirúrgicas de La Habana, cuando se le amputaría, debido a una gangrena, la pierna izquierda por encima de la rodilla. Para, pasados unos días, no poder superar su delicadísimo estado de salud y fallecer el 16 de julio de 1989.
Como un ejemplo de su poesía, sencilla y a la vez bellísima en la búsqueda de lo simple, tenemos el siguiente poema: “La muralla”, donde contrapone el bien -representado por “una rosa y un clavel”, “la paloma y el laurel”, “al corazón del amigo”, “el mirto y la yerbabuena”, “al ruiseñor en la flor”-, y el mal -con figuras como “el sable del coronel”, “el alacrán y el ciempiés”, “al veneno y al puñal” y “el diente de la serpiente”-, para llamar para enfrentarse a éste último con la igualad y a la solidaridad entre los negros y los blancos, que juntan sus manos:
“LA MURALLA”.
“Para hacer esta muralla,
tráiganme todas las manos:
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Ay,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte.
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—Una rosa y un clavel…
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El sable del coronel…
—¡Cierra la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—La paloma y el laurel…
—¡Abre la muralla!
—¡Tun, tun!
—¿Quién es?
—El alacrán y el ciempiés…
—¡Cierra la muralla!
Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la hierbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla…
Alcemos una muralla
juntando todas las manos:
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte…”
(Nicolás Guillén. “La muralla”, de “La paloma de vuelo popular”, en “Obra poética 1920-1972”. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1972).
Unos versos que nos invitan a construir con las manos de todos, con unión y solidaridad mutua, una muralla capaz de hacer frente a la explotación, el racismo y la violencia para conseguir un mundo más justo y mejor.
Esteban Zúñiga
Comentarios
Publicar un comentario
Todos los comentarios son bienvenidos. Hay un derecho de revisión y moderación de los comentarios, pero intentamos preservar la libertad de expresión al máximo posible.