José Antonio Borrego Suárez Toda la historia que cuento aquí es un trágico error, un despropósito. La cuento para desprenderme del peso de la conciencia. Y desmontar ante ustedes el falso concepto que tenéis de mí. Demostrar que solo soy un fraude. Hablar claro es la única posibilidad que me queda de seguir aguantándome. Todo se inició en la época de estudiante. Pertenecía a una familia pudiente de provincias, de esas que llaman de las principales y me aburría. Quería aportar a mi vida un poco de aventura. En aquellos años la agitación política era intensa. El dictador agonizaba, y la gente se movilizaba ante la oportunidad de mejorar su situación. Este no era mi caso, ya he dicho que pertenecía a los privilegiados del régimen. A los ricos, que para ser claros eran los dueños de la dictadura. Como yo hubo infinidad de personas, pero no quiero ampararme en falsas justificaciones y, prosigo. Mi ego me incitaba a tener un protagonismo destacado en los acontecimientos que...
José Antonio Borrego Suárez Siempre hay alguien caminando por una calle solitaria bajo la lluvia. Nosotros lo sabemos. Lo sabemos porque escuchamos sus zapatos en los charcos, porque oímos su cansancio, y nos duele los pies. Es una calle de la noche, porque el intruso la camina a esas horas, envuelto en su gabardina. Porque es cuando la lluvia es inhóspita y gélida. Es una calle de la ciudad del invierno. De qué otra ciudad podría ser. De esa ciudad donde todos se pierden, de la ciudad donde nos perdemos todos alguna vez. Esa calle es tan larga que los pasos resuenan toda la noche, y tan fría que se siente como las mejillas se hielan. Esta calle pasa justo por delante de nuestra puerta.